Recientemente el director
provisional del Museo de Bellas Artes de Valencia ha presentado un avance del “plan museológico”,
basado en
una metodología SWOT que analiza sistemáticamente sus características internas
-debilidades y fortalezas- y su situación externa –amenazas y oportunidades-.
No difiere mucho del estudio realizado hace unos años por Pau Rausell y Raül
Abeledo: “Propuestas para una plan de acción a medio plazo en el Museo de
Bellas Artes San Pío V”. Sin embargo el principal problema del museo no es de
índole metodológica sino de intrínseca voluntad política.
En primer lugar el Museo de Bellas Artes de Valencia no
ha resuelto su personalidad jurídica y su autonomía financiera. Ya apuntábamos
hace algún tiempo que la solución más deseable es un consorcio a cuatro bandas:
Estado, Generalitat, Diputación y Ayuntamiento que sustituya al convenio de
1984. Hay que recordar que el Ministerio de Cultura no aporta ni un solo euro
al presupuesto anual del museo y la propia Generalitat -incumplida su promesa-
no ha reflejado en la Ley de Presupuestos de 2016 ni siquiera –aunque fuera
simbólicamente- una línea propia para el museo.
Tras la renovación del patronato nos anuncian que tan
solo se reunirá ordinariamente una vez al año, convirtiéndolo de facto en
inoperante. Olvidan que los patronos, aparte de su función de control, son los
que deben imbricar al museo en el conjunto de la sociedad valenciana. Esta
periodización también es un error en el caso del ministerio ya que auspiciará
su inacción. ¿Y qué decir del capital humano? En estos momentos no hay ni un
solo conservador en plantilla. Un director provisional que es arquitecto. Dos
restauradores -uno a punto de jubilarse- y un solo técnico al frente de la
didáctica. Y de la “nada” más absoluta pasamos a tres subdirectores y siete
conservadores en el organigrama del plan museológico. Es poco creíble aunque
sea un supuesto de máximos.
Otras cuestiones son puramente museográficas. Los 8.000
metros de exposición -en un edificio caótico- son insuficientes para albergar
las colecciones que están necesitadas de un espacio mínimo de 12.000 metros.
Desde mi punto de vista la solución más factible -que ya expresé por escrito en
más de una ocasión- es convertir al Museo de Bellas Artes de Valencia en una
institución con dos sedes: el Centro de San Pío V y el Centro del Carmen.
También apuntamos en su día al vecino convento de la Trinidad, pero hoy por hoy
esa solución no es factible.
Estoy completamente de acuerdo en que el eje vertebrador
del discurso expositivo del museo sea la historia cronológica del arte
valenciano. No tiene sentido otra argumentación, pero el arte valenciano tiene
picos de calidad que tienen que ser puestos en valor y otros más secundarios
que necesitaran de una contextualización. Ese discurso correlativo no puede
estar disociado de lo que acontece en el panorama nacional y europeo del
momento por lo que las colecciones no deben estar separadas como establece el
plan museográfico. Hay diversas fórmulas que se pueden aplicar para mantener un
eje cronológico valenciano y valorar lo foráneo como se merece.
Otro problema son las lagunas y la inexistente política
de compras, que sí que se tenía cuando Mariano González Baldoví -un historiador del arte- era el jefe del
antiguo Servicio de Patrimonio Artístico Mueble. No tenemos cuadros de Zurbarán
ni de Carreño ni de tantos otros pintores significativos del ámbito hispánico.
No disponemos de escultura renacentista y barroca, ni siquiera valenciana y se
pierden oportunidades de compra. Hace tan solo un par de semanas se licitó por
tan solo 14.000 euros un soberbio lienzo de José Camarón y hace cuatro meses se
vendió toda la antigua colección de dibujos y grabados de Martí Esteve por un
precio ridículo.
Si no hay alturas de miras y los políticos de uno y otro
signo no entienden de una vez por todas que el Museo de Bellas Artes de
Valencia es nuestro museo nacional, el depositario de nuestra memoria colectiva
como pueblo, no dejaremos de ser un museo de provincias que algunos ilusos
creen que es la segunda pinacoteca de España.
(Publicado en Levante-EMV el 8-3-2016, p.58)