martes, 8 de marzo de 2016

San Pío V y su “plan museográfico”


Recientemente el director provisional del Museo de Bellas Artes de Valencia ha  presentado un avance del “plan museológico”, basado en una metodología SWOT que analiza sistemáticamente sus características internas -debilidades y fortalezas- y su situación externa –amenazas y oportunidades-. No difiere mucho del estudio realizado hace unos años por Pau Rausell y Raül Abeledo: “Propuestas para una plan de acción a medio plazo en el Museo de Bellas Artes San Pío V”. Sin embargo el principal problema del museo no es de índole metodológica sino de intrínseca voluntad política.

En primer lugar el Museo de Bellas Artes de Valencia no ha resuelto su personalidad jurídica y su autonomía financiera. Ya apuntábamos hace algún tiempo que la solución más deseable es un consorcio a cuatro bandas: Estado, Generalitat, Diputación y Ayuntamiento que sustituya al convenio de 1984. Hay que recordar que el Ministerio de Cultura no aporta ni un solo euro al presupuesto anual del museo y la propia Generalitat -incumplida su promesa- no ha reflejado en la Ley de Presupuestos de 2016 ni siquiera –aunque fuera simbólicamente- una línea propia para el museo.

Tras la renovación del patronato nos anuncian que tan solo se reunirá ordinariamente una vez al año, convirtiéndolo de facto en inoperante. Olvidan que los patronos, aparte de su función de control, son los que deben imbricar al museo en el conjunto de la sociedad valenciana. Esta periodización también es un error en el caso del ministerio ya que auspiciará su inacción. ¿Y qué decir del capital humano? En estos momentos no hay ni un solo conservador en plantilla. Un director provisional que es arquitecto. Dos restauradores -uno a punto de jubilarse- y un solo técnico al frente de la didáctica. Y de la “nada” más absoluta pasamos a tres subdirectores y siete conservadores en el organigrama del plan museológico. Es poco creíble aunque sea un supuesto de máximos.

Otras cuestiones son puramente museográficas. Los 8.000 metros de exposición -en un edificio caótico- son insuficientes para albergar las colecciones que están necesitadas de un espacio mínimo de 12.000 metros. Desde mi punto de vista la solución más factible -que ya expresé por escrito en más de una ocasión- es convertir al Museo de Bellas Artes de Valencia en una institución con dos sedes: el Centro de San Pío V y el Centro del Carmen. También apuntamos en su día al vecino convento de la Trinidad, pero hoy por hoy esa solución no es factible.

Estoy completamente de acuerdo en que el eje vertebrador del discurso expositivo del museo sea la historia cronológica del arte valenciano. No tiene sentido otra argumentación, pero el arte valenciano tiene picos de calidad que tienen que ser puestos en valor y otros más secundarios que necesitaran de una contextualización. Ese discurso correlativo no puede estar disociado de lo que acontece en el panorama nacional y europeo del momento por lo que las colecciones no deben estar separadas como establece el plan museográfico. Hay diversas fórmulas que se pueden aplicar para mantener un eje cronológico valenciano y valorar lo foráneo como se merece.

Otro problema son las lagunas y la inexistente política de compras, que sí que se tenía cuando Mariano González Baldoví  -un historiador del arte- era el jefe del antiguo Servicio de Patrimonio Artístico Mueble. No tenemos cuadros de Zurbarán ni de Carreño ni de tantos otros pintores significativos del ámbito hispánico. No disponemos de escultura renacentista y barroca, ni siquiera valenciana y se pierden oportunidades de compra. Hace tan solo un par de semanas se licitó por tan solo 14.000 euros un soberbio lienzo de José Camarón y hace cuatro meses se vendió toda la antigua colección de dibujos y grabados de Martí Esteve por un precio ridículo.

Si no hay alturas de miras y los políticos de uno y otro signo no entienden de una vez por todas que el Museo de Bellas Artes de Valencia es nuestro museo nacional, el depositario de nuestra memoria colectiva como pueblo, no dejaremos de ser un museo de provincias que algunos ilusos creen que es la segunda pinacoteca de España.

(Publicado en Levante-EMV el 8-3-2016, p.58)

miércoles, 17 de junio de 2015

Un tiempo nuevo para el Museo de Bellas Artes de Valencia


Los cambios políticos que se vislumbra en un futuro inmediato abren un tiempo nuevo y esperanzador en el ámbito de la cultura. Especialmente en el maltratado Museo de Bellas Artes de Valencia. A día de hoy nuestro “Museo Nacional”, tan castigado por los actuales gestores políticos, se encuentra sin conservadores, con una directora sin mérito alguno y con una reforma en marcha que adolece de programa museográfico. Tampoco hay un catálogo razonado de las obras del mismo que haya sido publicado y nunca se han denunciado ante la justicia la consabida “desaparición” de obras de arte, salvo el episodio puntual denunciado en su día por la Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT. Inaudito pero cierto.

¿Qué proponen los partidos políticos que están llamados a conformar un nuevo gobierno? Mención expresa al Museo de Bellas Artes de Valencia tan solo aparece referenciada en el programa electoral del PSPV (807): “Adquirimos el firme compromiso de volver a ubicar al Museo de Bellas Artes como centro museístico neurálgico de la cultura y patrimonios valencianos. Alcanzar la finalización de la ampliación y establecer las medidas y recursos necesarios para articular una gestión museográfica que esté a la altura de las colecciones que se conservan. Recuperarlo y redefinir su gestión será una de las líneas estratégicas prioritaria de nuestra política cultural”. Suena muy bien, pero hay que llevarlo a efecto y en su momento no lo hicieron.

Hay consenso unánime en los tres partidos políticos -PSPV, Compromís y Podemos- respecto a la forma de elección de la dirección. El PSPV (806): “Promoveremos la aplicación del Documento cero del sector del arte contemporáneo de Buenas Prácticas en museos y centros de arte a los Museos de la Comunitat Valenciana”. Compromís (41): “Las direcciones artísticas autónomas de los diferentes organismos de la Generalitat se cubrirán por concurso público siguiendo el criterio de buenas prácticas en la gestión, avalado por un proyecto-programa evaluable con un periodo de dos a cinco años de duración”. Podemos (169): “Implantaremos un código de buenas prácticas en el ámbito autonómico con medidas de ejercicio responsable de la Administración Pública y medidas para garantizar la transparencia en las instituciones culturales”.

Para llevar a efecto este propósito y aplicar las “buenas prácticas” de forma correcta se tendrá que cambiar previamente la entidad jurídica del museo, ya que el Museo de Bellas Artes de Valencia no es un instituto autónomo como es el caso del IVAM. Tras la sentencia de 2005, la dirección del museo -con categoría de alta dirección- está sujeta a concurso público, pero solo entre los funcionarios de la Generalitat, por lo que se coarta la libre concurrencia . De hecho en 2005 tras un concurso “fallido” la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte consiguió que la Dirección General de Función Pública modificase las condiciones para optar a la plaza de “director” a fin de que Fernando Benito pudiera presentarse y ganarla. Hasta ese momento la designación del director siempre se había hecho a dedo por designación directa, como es el caso de la actual directora, que accedió a la dirección con “adscripción provisional al cargo”, sin salir a concurso público, como exige la Ley 10/2010, de 9 de julio, de la Generalitat, de Ordenación y Gestión de la Función Pública Valenciana.

Respecto a la deseable coordinación entre los distintos museos valencianos los partidos apuestan por ello, aunque obvian la puesta en marcha del Sistema Valenciano de Museos, establecido en la ley 4/1998, de 11 de junio, de la Generalitat Valenciana, del Patrimonio Cultural Valenciano (DOCV núm. 3267 de 18 de junio de 1998) que jamás ningún gobierno ha puesto en marcha. El PSOE (808): “Potenciaremos la formación y profesionalización de los gestores de la Red de Museos de la Comunitat Valenciana, apostar por la gestión innovadora, la utilización conjunta de recursos y programación. Apostamos por el intercambio de obras entre nuestros museos y la organización conjunta de exposiciones temporales, también la colaboración con museos en ámbitos nacional e internacional, como medida para impulsar la difusión de nuestra riqueza cultural”. Compromís (26): “Crearemos la Red de Museos Valencianos de titularidad pública (sea estatal, autonómica, provincial o municipal) para coordinar y aprovechar mejor los medios existentes. Crearemos el Departamento de Educación Artística al Consorcio de Museos de la Generalitat, formado por educadores artísticos, que ayudan a transformar los almacenes de arte en centros vivos y didácticos”. Podemos (170): “Crearemos órganos de diseño y control de las políticas públicas, en los que participarán los sectores profesionales y la ciudadanía, y Observatorios Ciudadanos de la Cultura que sirvan para evaluar el uso de los recursos comunes, y cuyo objetivo prioritario sea fortalecer un tejido cultural conectado con las demandas de la ciudadanía”.

En mi opinión el Consorcio de Museo de la Comunidad Valenciana, creado por Consuelo Císcar en 1995, no es la institución adecuada para llevar a efecto estos propósitos. El referido consorcio ha vaciado de competencias al Museo de Bellas Artes, que no tiene una infraestructura propia y capacidad de programación de sus exposiciones. Lo mismo acontece con el IVACOR que ha fagocitado al exiguo departamento de restauración. Y qué decir del área de didáctica, mermada hasta extremos inauditos. El museo tiene que ser autónomo, como cualquier institución de su rango y con capacidad de gestión y programación, lo cual no quiere decir que no esté coordinado. Hay que atreverse a desarrollar el Sistema Valenciano de Museos, configurado como una “estructura organizativa que se crea para facilitar la coordinación y tutela por parte de la Generalitat de los museos y colecciones museográficas permanentes que se integren en ella”. 

La categoría de “Instituto” para el Museo de Bellas Artes de Valencia –como lo es el IVAM- es la única solución posible para tener una administración moderna y autosuficiente, capaz de atraer recursos del sector privado. El mecenazgo a través de miembros corporativos o patronos contribuiría de forma significativa al saneamiento económico y a la deseable imbricación del conjunto de la sociedad valenciana en el desarrollo del museo, que sigue siendo en muchos ámbitos un desconocido. El Ministerio de Cultura no aporta ni un solo euro al presupuesto anual del Museo de Bellas Artes de Valencia, cuando la titularidad, el edificio y una buena parte de las colecciones son del Estado. Es el problema de ofrenar noves glòries a Espanya… y no reivindicar lo que es nuestro.

Otro problema es la politización de tres instituciones que son vitales para el Museo de Bellas Artes de Valencia. En primer lugar el Patronato del museo, totalmente inoperante y sin vinculación con la sociedad valenciana. Incumple sistemáticamente el convenio suscrito el 24 de septiembre de 1984 (BOE de 19 de enero de 1985) y el Reglamento de los Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos, aprobado por el Real Decreto 620/1987, de 10 de abril (BOE 13 de mayo de 1987). Otro inconveniente es la deriva de la Real Academia de BB.AA. de San Carlos, propietaria de una parte significativa de los fondos del museo, presidida por una persona vinculada estrechamente al Partido Popular como es el caso de Manuel Muñoz y que no ejerce las labores de tutela. Otro tanto sucede con la Asociación de Amigos del Museo de BB.AA. de Valencia, presidida por el político popular Alejandro Font de Mora y con unos estatutos que filtran a los posibles asociados de forma antidemocrática. Estas personas que han accedido al cargo fundamentalmente por su condición ideológica, deberían replantearse seriamente si son las idóneas para desempeñar los puestos que ocupan.


La calidad humana y profesional de las personas que ejerzan en un futuro los cometidos vinculados a Cultura serán determinantes en el proyecto de “Museo”. Los pasos a seguir son conocidos y no cuestan un solo euro. Yo ya me he cansado de predicar en el desierto y los artículos y la secuencia espacial de este blog son un ejemplo de ello. Esperemos que la confianza en un futuro mejor no sea vana, los valencianos no nos lo merecemos. "Quien quiere llegar, busca caminos; quien no quiere llegar, busca excusas".

miércoles, 7 de agosto de 2013

Sobre depósitos, sustracciones y pérdida de cuadros en el Museo de Bellas Artes de Valencia





Recientemente,  tras la denuncia de la Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT y la apertura de una investigación judicial, se ha evidenciado en la prensa local el descontrol de los depósitos del Museo de Bellas Artes de Valencia en el Monasterio de Santa María del Puig. En los referidos depósitos, efectuados en cuatro tandas entre los años 1954 y 1965, se trasladaron documentalmente un total de 255 obras, aunque seguramente fueron algunas más, ya que las entregas se hicieron sin el acopio y el rigor documental suficiente, como lo demuestra el hecho de hay cuadros consignados en el monasterio que no fueron registrados en las Órdenes Ministeriales.

La mayor parte de las pinturas siguen allí -en el monasterio que fue regalado “graciosamente” por la Diputación de Valencia a los mercedarios- en un deficiente estado de conservación. Un pequeño grupo de obras regresaron al Museo, tras el levantamiento del depósito por distintos motivos, pero un grupo de 18 pinturas fueron trasladadas sigilosamente por los mercedarios de forma ilegal a su iglesia de la plaza Vicente Iborra de Valencia. Allí encontró Adela Espinós unos cuantos lienzos de José Camarón en el año 2005, que formaron parte de su ulterior exposición monográfica.

Pero lo que es mucho más grave es que al menos 14 cuadros de los depósitos en el Monasterio del Puig no han sido localizados hasta la fecha, lo que evidencia una vez más el deficiente control de los depósitos. Esta grave situación no es algo nuevo, sino que se arrastra desde la época en que Manuel González Martí fue director de esta institución entre los años 1939 y 1964. Responsable de más de un desmán patrimonial, como es el caso del traslado de los fondos de cerámica del Museo de Bellas Artes al que hoy lleva su nombre, sin el más mínimo control y constancia documental, entre otros despropósitos, que fueron unos cuantos…

De la desaparición/sustracción de cuadros del Museo de Bellas Artes de Valencia se tiene constancia desde hace mucho tiempo, no es algo circunstancial de este momento. Lo llamativo es que jamás ninguno de los directores que han pasado por esta institución ha interpuesto una sola denuncia, siempre han pasado de puntillas sobre este tema e incluso lo han ocultado de forma vergonzante. Es más, gracias a la “generosidad” de Francisco Camps los padres mercedarios, responsables de esta disimulada desaparición, cobran ahora una renta de 16.000 euros mensuales por el “alquiler” del monasterio que tienen prácticamente abandonado.

También sorprende al visitante experimentado que la mayor parte de los marcos del Museo son modernos, ya que los antiguos fueron vendidos a diversos anticuarios de la ciudad por un famoso bedel. Un marco que no ha desaparecido es que alojaba la réplica del retrato de Goya realizado por Vicente López, pero la pintura si ha desaparecido…  Este lienzo donado por Muñoz Degraín en 1913 aún estaba en el museo en la década de los 60.

Sin embargo, hay otro problema de mayor gravedad y que todavía no se ha abordado: El control de los numerosos depósitos anteriores a 1939, de los que en la actualidad no se tiene constancia documental en el registro del Museo. Consiguientemente, decenas de depósitos realizados en las instituciones más variopintas llevan durante todo un siglo sin ningún tipo de control e incluso su propiedad se ha inventariado de forma ilegal a favor de otras instituciones. Afortunadamente la constancia de estos antiguos depósitos está documentada en el Archivo de la Diputación de Valencia, institución que regentó durante décadas el antiguo Museo Provincial. También una parte de los depósitos se registran en el Archivo de la Real Academia de BB.AA. de San Carlos, pero nadie se ha preocupado de vaciar sistemáticamente estos registros, salvo un servidor y José Ignacio Catalán, que también realizó una pequeña incursión en los mismos.

Mi insistencia ante Fernando Benito hace unos años, hizo que se registrara la soberbia “Purísima” de Joan de Joanes, de cuyo depósito en la iglesia de la Compañía no se tenía constancia documental en el Museo. Olvidaron que colgó de sus muros cuando esta institución se alojaba en antiguo convento del Carmen, que presidió en su día el salón de actos de Real Academia de BB.AA. de San Carlos, que fue depositada posteriormente en la iglesia parroquial de los Santos Juanes y que finalmente se depositó en la iglesia de la Compañía de Jesús, para donde fue pintada originalmente. Pero nadie hacer constar que es propiedad del Museo de Bellas Artes de Valencia y no de los jesuitas.

La desidia del Museo de Bellas Artes de Valencia en este y otros asuntos es prodigiosa. La razón de ello es evidente: la incompetencia de sus gestores, la falta de personal cualificado y el ninguneo sistemático del valioso y sufrido personal del Museo. Mientras los profesionales de la política y demás diletantes estén ahí, poco o nada se puede hacer para remediar esta situación. Al fin y al cabo el Museo de Bellas Artes de Valencia no es más que el reflejo de la descomposición política de este país y de su mediocre clase dirigente, pero no hay que olvidar que los valencianos –que votan tan alegremente a sus dirigentes- son los corresponsables de esta situación.

martes, 31 de julio de 2012

Sobre las salas de Vicente López y Goya en el Museo de Bellas Artes de Valencia





Cada vez que deambulo por el Museo de Bellas Artes de Valencia me quedo más perplejo ante la incoherencia y desatino que va tomando el “discurso” museográfico. Antes había un cierto recorrido lineal, en el que un periodo histórico se sucedía a otro con cierta cohesión pedagógica. No es que no hubieran lagunas y saltos, pero estos no eran mortales… Ahora todo el ligazón didáctico salta por los aires y después del naturalismo de los Ribalta y Espinosa nos encontramos de bruces con el luminismo de Sorolla, al que ya me he referido en este blog.

Hoy quiero centrarme sobre la antigua sala dedicada a la pintura del siglo XVIII. Aquella que fue la más conseguida y entonada del museo desde mis personales ideales estéticos. Una sala armónica, que pintada de azul celeste y con la madera encerada, evocaba sutilmente en mi memoria la impresión que hizo en Goethe la visita a la Galería Real de Dresde en 1786 y que glosa en Dichtung und Warheit. Aquella sensación solemne de templo de las artes, conseguida por la elegante sacralización de la obra de arte y su entorno, hoy ha sucumbido ante el mal gusto…

De entrada la sala del siglo XVIII pivota entre la obra de dos genios como son Vicente López y Francisco de Goya, cuya obra se encabalga hasta bien entrado el siglo XIX, reduciendo a la más mínima expresión todo el setecientos valenciano, hasta tal punto que solo se muestra una única obra de José Vergara, el pintor más prolífico y destacado del academicismo valenciano e ilustrado con mayúsculas. A día de hoy hay más Vergaras colgados en mi casa que el Museo de Bellas Artes de Valencia. Respecto a la rebautizada “Sala Vicente López”, debería llamarse “Vicente López & hijos”, ya que allí también se alojan las obras decimonónicas de Bernardo y Luís López Piquer. Además se da la incoherencia de que un número significativo de obras de Vicente López no se han reagrupado y permanecen diseminadas por los corredores del museo. Una reunificación de toda la obra de Vicente López tendría cierta lógica, siempre que hubiera espacio suficiente para ello o se enmarcase dentro de una exposición temporal, que no es el caso…

La única alegría que nos da la sala es el magnífico retrato del mariscal Louis-Gabriel Suchet adquirido recientemente por el Ministerio de Educación y Cultura al anticuario barcelonés Arturo Ramón. La figura de Suchet y sus significación histórica para el museo también ya ha sido reivindicada por en este mismo blog y no vamos a insistir más en ello. En este feliz suceso también es de justicia destacar los buenos oficios de Javier Pérez Rojas, Felipe Garín y de José Gómez Frechina.

Traspasado el ámbito dedicado a “Vicente López” nos encontramos con los apiñados restos del naufragio dieciochesco y súbitamente al fondo aparece de bruces la denominada “Sala Goya”, cuyas paredes semivacías -en contraste con el recinto anterior- han sido pintadas de un mortecino color verdoso al que se añade en cada lienzo un resalte tapizado que a modo de dorado passepartout pretende resaltar los cuadros, ya guarnecidos con sus propios marcos dorados. ¿Acaso necesita la obra de Goya despuntar sobre semejante brocado?, si ya por sí misma es soberbia. Desde mi punto de vista no hacen falta semejantes “aditamentos” de mal gusto...

Salgo turbado de la sala y me veo las arquillas donadas por D. Pere Maria Orts apiñadas sobre sus tapices… ¡Per l’amor de Déu!, es que no hay mesura, ni comedimiento y ni buen gusto en este museo... Ya enojado me bajo a tomar una tila a la cafetería, pero está cerrada, al igual que está desmantelada la librería… A ver si el Estado nos rescata de una vez por todas y denuncia el Convenio de 1984, apartando definitivamente a la Generalitat Valenciana de la gestión de este museo que hay que recordar que es de titularidad estatal.



viernes, 13 de abril de 2012

Sobre la “Sala Sorolla” del Museo de Bellas Artes de Valencia


Hace ahora seis meses se inauguró a bombo y platillo la llamada “Sala Sorolla” en el Museo de Bellas Artes de Valencia. Anunciada como el gran revulsivo que necesitaba el Museo y efectiva puesta de largo de los nuevos gestores culturales: Lola Johnson, Consellera de Turismo, Cultura y Deporte; Rafael Ripoll, Secretario Autonómico de Cultura y Deporte y Paz Olmos, Directora del Museo de Bellas Artes; todos ellos licenciados en derecho y del Partido Popular. Sin embargo el autor intelectual de la “idea” fue Felipe Garín, encasquillado en su propósito de sacar rédito a la marca “Sorolla”.

Pasado este medio año desde la inauguración de la sala, el público valenciano ha puesto en su sitio a esta descabellada iniciativa, con las salas prácticamente vacías al igual que el resto del Museo. La llamada “Sala Sorolla” se ha comportado como una exposición temporal al uso y ya no da más de sí, pese a la nueva ampliación de la sala y el goteo de nuevas obras. Como en toda muestra temporal se ha suscitado una curiosidad inicial, con una buena asistencia de público, un descenso paulatino de visitantes y una total indiferencia ante el agotamiento final del proyecto.

La reordenación y reagrupamiento de las cuarenta y dos obras de distinto orden que posee el Museo de Bellas Artes de Valencia de Joaquín Sorolla no permite hacer un recorrido por la vida artística de Sorolla, “desde sus inicios como pensionado en Roma hasta sus últimas creaciones” como indica la publicidad del Museo. Quien conozca mínimamente la obra del genio valenciano se sentirá defraudado por esa muestra donde abunda la producción retratística y hay escasas obras de verdadero interés. Sobrevuela en toda la sala el espíritu del frustrado “Museo Sorolla” que se pretendió crear en Valencia y que ha derivado en la modesta “Institución Joaquín Sorolla de Investigación y Estudios” con sede en el Centro del Carmen.

Desgraciadamente, esta muestra que debería haber sido solo temporal o emplazarse en una futura ampliación del centro, se ha convertido en una descabellada cesura del discurso museográfico. Al ubicarse en las salas permanentes del museo ha hecho desaparecer la práctica totalidad de la pintura barroca valenciana de la segunda mitad del siglo XVII,  con artífices tan significativos como los Esteban y Miguel March, Tomás Yepes o Vicente Vitoria por citar tan solo unos cuantos de la decena de pintores que han desaparecido o han visto mermada su obra. Con ello se ha roto toda la trayectoria histórica del recorrido amén de ser un despropósito didáctico sin precedentes.

No se si son concientes de la gravedad del asunto, echando al traste el esfuerzo y el trabajo del anterior director, tan sumamente maltratado por los últimos responsables políticos en su etapa final. Todo ello es consecuencia de que las personas que están al frente de la pinacoteca no tienen ni idea de museología, pintura o arte valenciano y otros que parecen tener “conocimientos” están más interesados en sus espurios intereses personales que en los propios del Museo, mil veces ninguneado por unos y por otros. Los gestores de la cultura –como en todos los ámbitos- tienen que ser los más capaces y preparados y no los arribistas de la política y demás diletantes.

No contentos con este despropósito que es la “Sala Sorolla”, pronto se avecina la “Sala Benlliure” y antes incluso la “Sala Goya”, desmontando con ello una de las salas más hermosas y conseguida del Museo. Ya solo les falta dedicar una muestra a Blasco Ibáñez, para alcanzar la “triada” artística del populismo valenciano, pero ya se les adelantó el señor Javier Varela en el Muvim con una de las exposiciones más caras e intranscendentes de la historia del museo, que afortunadamente le costó el puesto. Los tiempos para el Museo de Bellas Artes de Valencia han cambiado, pero parece que algunos no quieren enterarse...


sábado, 12 de noviembre de 2011

Un aniversario ignorado: el bicentenario de la fundación del Museo de Pinturas de Valencia (1812-2012)


El próximo año se cumplirá el bicentenario de la fundación del Museo de Pinturas de Valencia, antecedente inmediato del actual Museo de Bellas Artes de Valencia, fundado por el mariscal Louis-Gabriel Suchet en 1812. Es una efemérides que no debería pasar inadvertida por el ser el punto de partida de nuestro actual Museo de Bellas Artes, pero desgraciadamente mucho me temo que este aniversario pasará al olvido, aunque por nuestra parte pondremos todo el empeño para que esto no suceda.

Louis Gabriel Suchet (1770-1826), comandante en jefe del ejercito imperial de Aragón, mariscal de Francia y futuro duque de la Albufera, tomó la ciudad de Valencia el 9 de enero de 1812, aunque no fue hasta el 14 del mismo mes cuando entró triunfante en la ciudad. Ese mismo día -junto a otras corporaciones de la ciudad- recibió a una representación de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, cuyas aulas en la antigua Universidad habían resultado seriamente dañadas por la artillería. En esa reunión Suchet, de carácter conciliador e ilustrado, les manifestó su deseo de proteger a la institución académica y de crear un Museo de Pinturas que sirviera de progreso e instrucción a los estudiantes de Bellas Artes.

La Academia ya contaba desde su fundación en 1768 con una pequeña colección artística de alrededor de unas 200 piezas, colgadas en las aulas y algunos salones sin ninguna intención museística y destinada fundamentalmente a la formación y ejercicio de los alumnos, que resultó notablemente mermada por el asedio francés. El único gabinete de antigüedades con cierta entidad que hubo en Valencia fue el formado por el benemérito arzobispo Andrés Mayoral (1685-1769), situado en una galería de nueva planta construida por el maestro de obras José Herrero en el propio palacio arzobispal en paralelo a la calle Avellanas. Desafortunadamente parte del palacio y el citado gabinete fueron igualmente destruidos por la artillería napoleónica en la toma de la ciudad.

El 22 de enero de 1812, festividad de San Vicente Mártir, Suchet proclamó en Valencia el decreto de 18 de agosto de 1809 por el que se suprimieron todas las órdenes religiosas. El Barón de Lacuée, intendente general y la Junta de la Real Academia de San Carlos, determinaron que una comisión encabezada por el pintor y académico Vicente López junto con el intendente Rodier, seleccionaran las pinturas y objetos artísticos que formarían el “Museo de Arte”. El 29 de enero llegaron a la sede de la Academia, alojada en el Estudi General, los primeros cuadros procedentes de los conventos de Santo Domingo, Santa Catalina de Siena y los Trinitarios Descalzos. Pronto se dieron cuenta que los salones y aulas de la institución eran insuficientes, por lo que una comisión barajó la posibilidad de trasladar el museo a la Real Casa Enseñanza o al Convento de Santa María de Montesa, pero la propuesta no prosperó a tenor del decreto de 14 de mayo de 1812 que dispuso la reparación del viejo edificio de la Universidad para tal fin.

La institución museística tan solo perduró dos años, concretamente hasta el 23 de enero de 1814, momento en que fueron devueltas las obras de arte requisadas, tras el restablecimiento de las órdenes religiosas por el gobierno de Fernando VII. No obstante, los regulares determinaron en agradecimiento por el empeño de la Academia en el cuidado de sus obras de arte, la entrega de cinco cuadros con destino a la instrucción de los estudiantes. Tras la desamortización de Mendizábal en 1836, los cuadros volverán al cuidado de la Academia, pero en este caso en el Convento del Carmen Calzado.

El gobierno de Suchet, paternalista y moderado, no solo creo el primer “Museo” con la acepción moderna del término en Valencia, también inició las reformas urbanas que dieron lugar al Parterre, la Glorieta o la reordenación del Paseo de la Alameda. Su programa reformista, propio del despotismo benevolente, encontró notable eco en los círculos de ilustrados de la ciudad y su marcha en julio de 1813, sentida hasta cierto punto en algunos corrillos liberales, dará paso al arbitrario gobierno absolutista del general Javier Elio.

Creo que en la celebración de este bicentenario, sería un buen momento para la reflexión crítica del pasado, presente y futuro del Museo de Bellas Artes de Valencia, aunque nuestras instituciones no son muy dadas al debate y a la confrontación de ideas. Espero que no me de tilden de afrancesado…

martes, 8 de noviembre de 2011

Más de lo mismo en el Museo de Bellas Artes de Valencia


En mi anterior artículo de este blog -escrito en octubre de 2007- ya hablaba de una serie de problemas que se ciernen sobre el Museo de Bellas Artes de Valencia y que todavía a día de hoy siguen sin resolverse. Desgraciadamente, pasados estos cuatro años de cierto ostracismo ágrafo que terminan definitivamente con este blog, los asuntos y los problemas referentes al Museo de Bellas Artes no solamente siguen enquistados, sino que han empeorado notablemente. Tan solo voy a centrarme en este momento en dos de los más alarmantes, como es el caso de la enésima paralización de las obras de ampliación y rehabilitación del edificio y el disparatado nombramiento de Paz Olmos como nueva directora.

El caso de la ampliación del Museo es especialmente sangrante, ya que las obras empezaron justamente hace ahora 25 años y han vuelto a paralizarse sine die. El Ministerio de Cultura había presupuestado a regañadientes 4,5 de los 19,3 millones de euros necesarios para la rehabilitación del museo, después de una enmienda en el Congreso del diputado Ferran Bono, ya que inicialmente el Ministerio tan solo consignaba la ridícula cifra 145.000 euros. Solo faltaba que el Ayuntamiento de Valencia diera la licencia de obra -solicitada por el Ministerio el 9 de marzo- pero el consistorio no ha tenido a bien concederla. Una vez más han prevalecido los mezquinos intereses personales y de partido frente al interés público. Este despropósito -con la misma secuencia de permutas, licencias y dinero que vuela- no es la primera vez que sucede en la ya dilatada historia de la ampliación del museo y probablemente -con los tiempos que se avecinan- no será la última.

También es corresponsable de esta situación el Ministerio de Cultura que no ha hecho el más mínimo esfuerzo por ratificar la permuta de terrenos pactada en el convenio del año 2000, por la cual el Ayuntamiento cedía las tres parcelas traseras del museo de 2.735 metros sobre las que se ha edificado la ampliación del mismo y por su parte, la Administración General del Estado cedía el jardín lateral anexo al antiguo Colegio de San Pío V de 2.055 metros que se integraba en los jardines de Viveros, como sucede ya de facto en la actualidad. En estos once años nadie ha tenido tiempo de ratificar o denunciar el convenio, independientemente del partido político que se ha alternado en el gobierno del Estado. Es evidente que la desidia e incompetencia de los gestores públicos es inaudita, por no utilizar otro calificativo.

Por último tenemos el caso del nombramiento de Paz Olmos como nueva directora del Museo de Bellas Artes con “adscripción provisional al cargo”. La plaza de director/a del museo valenciano de cabecera ha sido adjudicada a dedo sin salir a concurso público, como exige la Ley 10/2010, de 9 de julio, de la Generalitat, de Ordenación y Gestión de la Función Pública Valenciana. La excusa para el nombramiento de esta abogada -que no tiene ningún conocimiento de arte o museología- fue la de su condición de “político”, ya que las negociaciones con el Ministerio de Cultura para la ampliación del museo requerían de tal rango. Visto el desenlace de la “negociación” podemos afirmar que tales argumentos han sido una mera falacia. Probablemente el único merito cualificado de Paz Olmos para ostentar el cargo es tener el carnet del Partido Popular.

La voracidad de determinados políticos no tiene límites, más aún con la citada Ley de Ordenación y Gestión de la Función Pública Valenciana de 2010, a tenor de la cual los jefes de servicio pasan a ser personal de confianza y desaparecen los funcionarios que habían accedido a este puesto por concurso. Los jefes de servicio, que hasta ahora tenían nivel 26 y un complemento 46 pasan a nivel 28 y complemento 50. Parece ser que para los profesionales de la política no hay recortes. Esto es una buena muestra de por donde van los tiros y de lo que nos espera, pero lo más grave de todo es que la gestión pública estará en manos de personas que acceden al cargo sin ninguna cualificación profesional específica, como es el caso que nos ocupa.

El patronato del Museo de Bellas Artes sigue sin reunirse desde hace más de 10 años y seguirá sin reunirse, para no tener que tratar el nombramiento de Paz Olmos y tantos otros asuntos que son despachados con una mera comisión permanente, que en más de una ocasión se ha tratado de filtrar a la prensa como la sesión de un patronato. Vuelvo a repetir, para que quede bien claro, que el patronato del museo no se ha reunido desde hace más de 10 años, cuando tiene la obligación de reunirse como mínimo cuatro veces al año de conformidad con el convenio suscrito el 24 de septiembre de 1984 (BOE de 19 de enero de 1985) y, en lo previsto en el mismo, por lo establecido en el Reglamento de los Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos, aprobado por el Real Decreto 620/1987, de 10 de abril (BOE 13 de mayo de 1987).

Ante todos estos atropellos la sociedad reacciona tímidamente, pero no supera su impotencia. Tan solo algún colectivo profesional, combativas asociaciones ciudadanas o personas individuales han alzado su voz. Parece que la sociedad valenciana está amilanada en su conjunto y lleva camino de convertirse en una gran “alquería blanca”, manipulada a su antojo por los políticos y sus medios de comunicación. Se que este blog es poca cosa ante el desparpajo mediático que nos envuelve, pero hay que intentarlo…