miércoles, 7 de agosto de 2013

Sobre depósitos, sustracciones y pérdida de cuadros en el Museo de Bellas Artes de Valencia





Recientemente,  tras la denuncia de la Federación de Servicios Públicos del sindicato UGT y la apertura de una investigación judicial, se ha evidenciado en la prensa local el descontrol de los depósitos del Museo de Bellas Artes de Valencia en el Monasterio de Santa María del Puig. En los referidos depósitos, efectuados en cuatro tandas entre los años 1954 y 1965, se trasladaron documentalmente un total de 255 obras, aunque seguramente fueron algunas más, ya que las entregas se hicieron sin el acopio y el rigor documental suficiente, como lo demuestra el hecho de hay cuadros consignados en el monasterio que no fueron registrados en las Órdenes Ministeriales.

La mayor parte de las pinturas siguen allí -en el monasterio que fue regalado “graciosamente” por la Diputación de Valencia a los mercedarios- en un deficiente estado de conservación. Un pequeño grupo de obras regresaron al Museo, tras el levantamiento del depósito por distintos motivos, pero un grupo de 18 pinturas fueron trasladadas sigilosamente por los mercedarios de forma ilegal a su iglesia de la plaza Vicente Iborra de Valencia. Allí encontró Adela Espinós unos cuantos lienzos de José Camarón en el año 2005, que formaron parte de su ulterior exposición monográfica.

Pero lo que es mucho más grave es que al menos 14 cuadros de los depósitos en el Monasterio del Puig no han sido localizados hasta la fecha, lo que evidencia una vez más el deficiente control de los depósitos. Esta grave situación no es algo nuevo, sino que se arrastra desde la época en que Manuel González Martí fue director de esta institución entre los años 1939 y 1964. Responsable de más de un desmán patrimonial, como es el caso del traslado de los fondos de cerámica del Museo de Bellas Artes al que hoy lleva su nombre, sin el más mínimo control y constancia documental, entre otros despropósitos, que fueron unos cuantos…

De la desaparición/sustracción de cuadros del Museo de Bellas Artes de Valencia se tiene constancia desde hace mucho tiempo, no es algo circunstancial de este momento. Lo llamativo es que jamás ninguno de los directores que han pasado por esta institución ha interpuesto una sola denuncia, siempre han pasado de puntillas sobre este tema e incluso lo han ocultado de forma vergonzante. Es más, gracias a la “generosidad” de Francisco Camps los padres mercedarios, responsables de esta disimulada desaparición, cobran ahora una renta de 16.000 euros mensuales por el “alquiler” del monasterio que tienen prácticamente abandonado.

También sorprende al visitante experimentado que la mayor parte de los marcos del Museo son modernos, ya que los antiguos fueron vendidos a diversos anticuarios de la ciudad por un famoso bedel. Un marco que no ha desaparecido es que alojaba la réplica del retrato de Goya realizado por Vicente López, pero la pintura si ha desaparecido…  Este lienzo donado por Muñoz Degraín en 1913 aún estaba en el museo en la década de los 60.

Sin embargo, hay otro problema de mayor gravedad y que todavía no se ha abordado: El control de los numerosos depósitos anteriores a 1939, de los que en la actualidad no se tiene constancia documental en el registro del Museo. Consiguientemente, decenas de depósitos realizados en las instituciones más variopintas llevan durante todo un siglo sin ningún tipo de control e incluso su propiedad se ha inventariado de forma ilegal a favor de otras instituciones. Afortunadamente la constancia de estos antiguos depósitos está documentada en el Archivo de la Diputación de Valencia, institución que regentó durante décadas el antiguo Museo Provincial. También una parte de los depósitos se registran en el Archivo de la Real Academia de BB.AA. de San Carlos, pero nadie se ha preocupado de vaciar sistemáticamente estos registros, salvo un servidor y José Ignacio Catalán, que también realizó una pequeña incursión en los mismos.

Mi insistencia ante Fernando Benito hace unos años, hizo que se registrara la soberbia “Purísima” de Joan de Joanes, de cuyo depósito en la iglesia de la Compañía no se tenía constancia documental en el Museo. Olvidaron que colgó de sus muros cuando esta institución se alojaba en antiguo convento del Carmen, que presidió en su día el salón de actos de Real Academia de BB.AA. de San Carlos, que fue depositada posteriormente en la iglesia parroquial de los Santos Juanes y que finalmente se depositó en la iglesia de la Compañía de Jesús, para donde fue pintada originalmente. Pero nadie hacer constar que es propiedad del Museo de Bellas Artes de Valencia y no de los jesuitas.

La desidia del Museo de Bellas Artes de Valencia en este y otros asuntos es prodigiosa. La razón de ello es evidente: la incompetencia de sus gestores, la falta de personal cualificado y el ninguneo sistemático del valioso y sufrido personal del Museo. Mientras los profesionales de la política y demás diletantes estén ahí, poco o nada se puede hacer para remediar esta situación. Al fin y al cabo el Museo de Bellas Artes de Valencia no es más que el reflejo de la descomposición política de este país y de su mediocre clase dirigente, pero no hay que olvidar que los valencianos –que votan tan alegremente a sus dirigentes- son los corresponsables de esta situación.